
Mira a esa chica ha sido galardonada con el Premio Tusquets gracias a ser una novela deslumbrante, adictiva y con una experiencia dramática en la etapa final de la adolescencia de una chica para la que no estaba preparada. ¿Qué le sucederá a la protagonista? Descúbrelo de la mano de Cristina Araujo.
¿Cómo ha sido para ti recibir el premio?
Ha sido lo mejor que me ha pasado. Yo escribo desde que era muy pequeña, le he dedicado mucho tiempo aunque, es verdad, que lo dejé un tiempo por los bajones y las frustraciones. El llegar a publicar algo y recibir el Premio Tusquets es fenomenal.
¿Cómo nace esta historia?
Leí un artículo sobre las pruebas que les tienen que hacer a las chicas inmediatamente después de sufrir una violación cuando van al hospital. Me pareció muy crudo lo que leí porque no son únicamente las pruebas, están las preguntas, los análisis, los medicamentos que tienes que tomar durante mucho tiempo y me llamó mucho la atención que para detectar si has contraído el VIH no solo tienes que tomarte los antirretrovirales después tienes que estar durante meses haciéndote un seguimiento de análisis hasta descartarlo por completo un año después. Nunca me había planteado que tuvieran que pasar por todo esto.
Por otro lado, había escuchado temas mediáticos en donde puede pasar que estés al lado de gente y estén hablando de ello. A partir de esos dos datos, me empecé a plantear lo que era el después de sufrir una violación, la reacción de la familia, el ir a los médicos y todos esos detalles de los que solo eres consciente si lo vives o si eres alguien muy cercano a esa persona. Me pareció importante contar ese después que se queda en la sombra.
En el libro das voz a todas las partes de la agresión
Me parecía importante y enriquecedor hacerlo. Con la parte de la víctima es más fácil hacerlo, pero con los compañeros o la madre al ser una edad compleja verse en un hecho tan extremo las reacciones cuentan mucho. A la víctima en la novela se le ve la forma en la que actúa con sus inseguridades. Los otros están a la merced de lo que el lector pueda pensar de ellos. Hay personajes que me llaman mucho la atención y quería mostrar la reacción de cada uno de ellos sin juzgarles o crucificarles.
¿Te resultó complicado meterte en los pensamientos tanto de la víctima como del agresor?
Sí, en el caso de la víctima me preocupaba mucho que no se le entendiera, que se le mal interpretara o que no provocase empatía por el hecho de ser a veces muy dura en su comportamiento, que se pensara que por flirtear con los chicos se lo había buscado y ese tipo de cosas. Al principio, el libro era más largo porque yo estaba muy preocupada por eso y no dejaba de poner capítulos donde ella se veía en una situación y actuaba de una manera… Con la agencia literaria que trabajo me dijeron que al personaje se le entendía bien, que no se llegaba a esas conclusiones, que generaba empatía y ya lo vi bien para quitar capítulos.
En el otro caso, yo creo que lo que me ayudó es que muchos de los capítulos no los he tenido que trabajar tanto porque, a lo mejor, en donde está su voz son las transcripciones de los juicios y los Whatsapp. Yo miré muchas transcripciones de diferentes países, dejé el esqueleto y rehíce el texto. No tuve que meterme en su cabeza. Algunas me parecieron tan repugnantes que las dejé tal cual porque eran tan horribles que no se podían rehacer y no quería prescindir de ellas. Esa distancia y no tener que involucrarme tanto me ayudó en esos capítulos.
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