
Carmen Mola regresa con Las madres, una nueva entrega, en la que la inspectora Elena Blanco se vuelve a poner enfrente de una trama llena de giros de guion, asesinatos y hechos perversos. Es la segunda novela publicada tras conocerse quién está detrás de ese pseudónimo. Los guionistas y escritores Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez, ganadores del Premio Planeta con La bestia, vuelven a publicar con Alfaguara, su novela más social hasta la fecha, que vuelve a hablar de corrupción policial, de violencia contra las mujeres, pero suma un nuevo tema: los vientres de alquiler.
La segunda edición de Madres se lanzaba casi el mismo día de publicar el libro y ya estáis por la tercera. ¿Cómo os sentís?
El libro ha tenido muy buena acogida tanto por los lectores como por la crítica. Estamos leyendo reseñas muy positivas y estamos muy contentos.
En la saga habéis pasado ya por asuntos como la desaparición de menores, la desigualdad racial, inmigración y ahora la maternidad subrogada
A este tema llegamos un poco por casualidad a partir de la imagen inicial del cadáver de un hombre con un feto dentro. Esta idea nos gusta mucho desde el momento en el que surge porque desata un montón de preguntas. No nos gusta por truculenta o impactante. Lanza muchas preguntas, primero a nosotros como escritores y, después al lector. ¿Quién es este hombre?, ¿por qué le han metido un feto dentro?, ¿qué clase de mensaje quieren lanzar?, ¿es un ritual? Y, sobre todo, ¿quién es la madre? Vamos tirando del cabo de quién es la madre y llegamos a una red de trata de personas, con una granja de explotación de mujeres con fines de reproducción comerciales.
¿Tenéis algún tema que os de miedo o respeto a la hora de abordarlo?
No, no hay ningún tema que nos de miedo abordar. De hecho, nosotros llevamos, desde el principio, por bandera que escribimos con mucha libertad. No tenemos la reacción de la gente, ni el linchamiento en redes aunque son malos tiempos para la libertad creativa, son tiempos de autocensura o cancelación de lo que uno hace o dice. Queremos mantener la libertad a la hora de escribir incluso, ahora que hemos salido del anonimato y damos la cara.
En estas novelas no ponéis límites ni con los temas, ni a la hora de dibujar cada escena con toda la violencia
Sí, es verdad aunque, alguna gente se queja de que es muy explícito el retrato de la violencia. La mayoría de la gente lo aplaude y es la experiencia que tenemos con el lector. A mí no me gusta tratar al autor con paternalismo o protegerlo por si acaso le impresiona mucho algo. Yo creo que el lector está resabiado, tiene un montón de referentes del mundo audiovisual que es el que domina ahora el ocio de la gente y están muy acostumbrados ya a toda clase de enfoques y expresiones. Andar tímidos a la hora de recoger la violencia en nuestras novelas nos parece muy tonto. A los lectores hay que tratarlos como adultos y, si a alguien no le gustan nuestras novelas está en todo su derecho de no leerlas. La propuesta que nosotros hacemos es el retrato de la violencia sin medias tintas.
La inspectora Elena Blanco, al mando de la BAC (Brigada de análisis de cosas) ha pasado durante estas novelas por varias fases. En La Novia Gitana su personaje era más negro, en La red púrpura pasó a ser un gris oscuro y en La Nena era más gris azulada. ¿Cómo la vamos a ver ahora?
Ella ha cambiado mucho y está muy lejos de la oscuridad que tenía en las primeras novelas. Al principio, por la oscuridad que tenía por la desaparición de su hijo era autodestructiva con una vida muy insana. Ahora, en esta cuarta novela podemos decir que está caminando hacia la luz, renovada, ha dejado de beber, deja todo atrás y quiere fundar una familia y tener una relación de pareja con Ángel Zárate. Esos son sus propósitos.
Para su desgracia Zárate ha escrito un viaje inverso porque empezó siendo un personaje muy luminoso e idealista, pero las cosas que le han ido pasando lo han asomado un poco al infierno moral por las líneas rojas que ha traspasado. Ahora, él es quien tiene una conducta autodestructiva, victimista y, está muy atrapado en las consecuencias morales de lo que ha hecho en La Nena. Entre ellos el viaje es un choque de trenes.
¿Cómo se hace para crear una saga que engancha a miles de lectores?
Yo creo que con una inconsciencia e irresponsabilidad absoluta, sin el menor cálculo y diseño. Simplemente ha sido poniéndonos a trabajar tres amigos creativos para intentar poner en el mercado unas novelas muy entretenidas y oscuras.
Después de estos años, hemos descubierto quienes son las caras de Carmen Mola. ¿Os ha cambiado mucho la vida este año por la visibilidad?
Ha cambiado radicalmente, sobre todo, porque estamos todo el rato haciendo promoción. Es intensa, larga y bonita. Llevamos mucho tiempo sin la dinámica de oficina y escritorio y, posiblemente este sea uno de los mayores cambios. El contacto con los medios y los lectores no lo teníamos. Daba un poco de pena porque teníamos algo de éxito y estábamos viviendo escondidos. Queríamos disfrutar un poco de esto. También, hemos perdido impunidad y, ahora intentamos que las novelas estén mejor escritas. El gran reto que vemos los tres es el de no perder libertad. Creo que lo estamos haciendo y la prueba de eso está en Las Madres.
¿Tendremos quinta parte de esta saga?
Los que lo han leído saben que el final abona a la continuación porque sería una estafa no darles a los lectores la continuación. Tenemos que verlo todo, pero habrá una quinta seguro.
¿Cómo habéis visto el recibimiento que ha tenido la serie de La Novia Gitana?
A nosotros nos ha gustado. Solo hay cinco capítulos colgados, pero la serie está gustando y está teniendo buenas críticas. Yo he participado en la coordinación de guion así que a mí no me pilla por sorpresa nada del contenido porque he estado haciéndolo con José Cabezas y José Rodríguez. Jorge Díaz, otro de los Mola, ha escrito los guiones. El audiovisual es un formato diferente y nos hemos tomado algunas licencias porque hay que cambiar cosas. Eso se ha hecho y, no me puedo meter con la adaptación porque me estaría metiendo conmigo mismo. El tono de la serie, la luz o el casting no hemos participado nosotros y han sido cosas de Paco Cabezas. A mí me gusta mucho la apuesta que hace por la oscuridad porque así lo es La Novia Gitana. En la tele se suelen dulcificar las cosas y él ha ido con valentía para retratar la oscuridad.
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