Adrià Guxens: “El documental se fue formando de una forma muy orgánica”

I don’t think it is going to rain es el cortometraje de Adrià Guxens en donde nos cuenta la historia de Ling Xiuzhen que lleva una vida monótona con su ocupado nieto en Shanghái. Sin embargo, hay momentos en los que abandona su rutina para reflexionar sobre el futuro.


¿Cómo llega a ti esta historia?

Este proyecto es el resultado de una beca de una organización China que lo que quiere es promocionar la cultura por todo el mundo. Esa beca cada año invita a 100 directores o directoras para rodar en 18 días un corto documental de 10 minutos. Tú llegas, lo ruedas y se estrena ahí. Rodarlo en 18 días era una locura porque tienes que llegar ahí, conocer a tus protagonistas y rodarlo todo.

Me concedieron la beca, me fui a Shanghái en abril de 2019 y allí rodé. Encontré ese restaurante de comida china tradicional. Al principio quería enfocarlo en el restaurante en sí, pero luego conocí a la familia que había detrás de este restaurante y me di cuenta que la historia estaba detrás de ellos y no de los noodles.

Decidí omitir la generación de los padres que sí que están presentes, pero no salen como tal para centrarme en el nieto y en la abuela. Quería que este restaurante fuera la cosa que los uniera, pero a la vez lo que les separa para mostrar esa dualidad. Además, de esa unión entre la antigua y la nueva China.

Una cosa que queda muy clara desde el principio es la brecha generacional entre la abuela y el niño y, no sé si es algo que tenías pensado desde el principio, pero se ve en la comida, y en como comen

Es mi primer documental. Yo siempre he hecho ficción. Lo bonito fue que la película cambiaba cada día. El rodaje en sí fueron tres días, pero a cada hora la película en giraba y cambiaba porque yo hacía algún descubrimiento nuevo. Me acuerdo de un momento muy concreto que es cuando la abuela saca el móvil para hacer las fotos del puente, del río y de todo eso que ha dejado de ser como ese recuerdo al que se aferra. Yo vi lo que hacía y me di cuenta de que la película iba de eso. Me tuve que reubicar y ver qué es lo que me faltaba.

Yo estaba ahí solo y una traductora y te hacía salir de tu zona de confort, estar alerta a cualquier detalle que pudiese ser lo que diera sentido a toda la película. El documental se fue formando de una forma muy orgánica entre lo que me daban ellos y lo que yo hacía.

Es una película completamente en chino, ibas con una traductora, pero tú tenías pensado rodarlo en este idioma

El chino estaba claro. Ellos hablaban en un dialecto y mi traductora era de otro e incluso les costaba a ellos a veces entenderse. Decidí hacer un estudio observacional y eso fue un reto por la barrera lingüística. Yo iba con una cámara e iba grabando cosas que no entendía, dejándome llevar por la intuición por su lenguaje no verbal. Eso fue un reto porque yo no quería que la traductora me fuera traduciendo todo el rato porque eso rompería la magia del momento. Ella luego me contaba a grandes rasgos de lo que había ido para ver si yo tenía lo que realmente quería.

El trabajo grande fue el de montaje. Tenía las escenas y el guion. A partir de ahí tenía que ver donde estaban las historias, construir la evolución, que se diera la información para que el lector entendiera lo que estaba viendo y, a la vez meter suficientes momentos cotidianos para mantener ese espíritu de verdad.

¿Cómo llegas a esta familia?

La organización te pasa 13 temas y tú eliges. Ellos hablan con esas personas que están abiertas a ser grabadas. Después, tú decides la historia que cuentas, cómo lo enfocas…Lo mío iba a ser un restaurante tradicional y luego cambio. Cuando los conocí y al verlos juntos vi la relación tan bonita que tenían.

¿Cómo tu relación con ellos?

Fue muy guay. Él a ser más próximo a mí en cuanto a edad, hablaba un poco de inglés y era como mí aliado dentro de la película. Él estuvo siempre intentándome ayudar para que me sintiera cómodo. Ella fue muy acogedora, al principio le daba un poco de cosa la cámara y se le notaba un poco tensa. A partir del segundo día nos ganamos la confianza y enseguida se abrió y, al final, casi hasta posaba para mí. Fue muy bonito ver esa evolución. Al final, cuando estrenamos el documental hablé con el chico y me dijo que la abuela no para de enseñárselo a los amigos y familiares porque le encanta. Dicen que es como una postal de su vida.

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